España
Interior destinará un millón de euros a un nuevo plan contra los delitos de odio ante el auge de denuncias

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha anunciado este martes la puesta en marcha del segundo Plan de Acción de Lucha contra los Delitos de Odio, un paquete de 86 medidas que intenta “prevenir, detectar, investigar y atajar esta tipología delictiva” en auge, según los datos de su departamento. Interior tiene previsto destinar a él 1,07 millones de euros para, como ha señalado Grande-Marlaska en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros, “frenar la tendencia al alza [de estos delitos] y reducir la infradenuncia”.
En 2021, las diferentes policías del estado recibieron 1.801 denuncias por esta figura delictiva, el mayor número desde que, en 2014, se iniciaron las estadísticas específicas sobre delitos. La cifra supera en un 5,6% las registradas en 2019, último año antes de pandemia, cuando se contabilizaron 1.706 casos, que hasta ahora marcaba el máximo. En 2020, las restricciones de movilidad para minimizar la expansión del coronavirus habían reducido esta cifra a 1.401. En los ocho años desde que los delitos de odio se incluyen en las estadísticas policiales se han investigado 11.811 sucesos de este tipo.
Tres son las tipologías que concentraron el año pasado cerca del 83% de los delitos de odio. La más habitual fueron los relacionados con las conductas racistas o xenófobas, con 678 denuncias (el 37,6% del total). Esta cifra supone un importante incremento respecto al año de la pandemia, cuando se registraron 485, pero también respecto al último año antes de la crisis sanitaria, 2019, en el que hubo 515. Tras ellos se sitúan los dirigidos contra la orientación sexual e identidad de género, con 477 denuncias (el 26,5% del total). En 2020 fueron 277 y el año anterior habían sido 278. En tercer lugar de las estadísticas aparecen los relacionados con la ideología, con 336 casos (el 18,6%), cifra que supone un ligero repunte respecto al año anterior, cuando se contabilizaron 326, pero que aún están lejos de las cifras de 2019, cuando fueron 596.
Respecto al perfil de las víctimas, la estadística revela que en 2021 hubo una repunte del número menores que son víctimas de estos delitos al representar el 11, 3% del total, frente al 9,4% del año anterior, aunque ese porcentaje está aún lejos del 25,6% que se registró en 2014, primer año con cifras. Más de la mitad de las víctimas (el 52,6%) se sitúan en la franja de edad entre los 26 y los 50 años, un porcentaje sensiblemente inferior al registrado el año anterior, cuando representaban el 56,4%. En cuanto a la nacionalidad, la amplia mayoría son españoles, que representan el 70,4% a lo largo de la serie histórica. De los extranjeros, la mayoría eran originarios de África (13,9% del total), seguidos de los procedentes de América (9,2%).
Durante el año pasado, las fuerzas de seguridad detuvieron en el transcurso de sus investigaciones a 745 personas como presuntos autores de delitos de odio, lo que supone un incremento del 20,2% respecto a 2020 y del 26,3% en comparación al año anterior. De ellos, la inmensa mayoría eran varones y estaban encuadrados en el rango de edad de los 26 a 40 años (29,1%). No obstante, un 14,2% eran menores de edad. La nacionalidad predominante de los autores era la española (79,6%). Se les acusa más frecuentemente de haber proferido amenazas, causado lesiones o haber incitado públicamente al odio.
Ocho líneas de acción
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El nuevo plan sustituye al aprobado en 2019 ―que incluía 54 medidas― y entrará en vigor el próximo miércoles con una duración de tres años. Según destaca el departamento de Grande-Marlaska, se pondrá el foco en la atención y asistencia a las víctimas, pero también en mejorar la respuesta policial ante estos delitos. Para ello, se han marcado ocho líneas de acción. La primera busca, precisamente, mejorar la asistencia y apoyo a los que sufren estos delitos mediante “el desarrollo de herramientas específicas y el refuerzo de los servicios de asesoramiento”. A ello se destinarán 284.575 euros del presupuesto. La segunda será mejorar los mecanismos de coordinación de las Fuerzas de Seguridad con instituciones públicas y privadas especializadas en la materia.
Interior quiere también potenciar los equipos encargados de investigarlos. Así, pretende desarrollar herramientas que mejoren la efectividad de las pesquisas y creará grupos especializados en la lucha contra los delitos de odio tanto en la Comisaría General de Información de la Policía Nacional como en la Jefatura de Información de la Guardia Civil, sobre los que pivota, por ejemplo, la lucha antiterrorista. También impulsará la “formación, sensibilización y concienciación” de todos los agentes en este ámbito e incrementará los conocimientos e instrumentos con los que cuentan en la actualidad para combatir estos hechos. Además, incentivará la participación y colaboración con las ONG que luchan contra el discurso de odio.
Finalmente, Interior aumentará el personal de la Oficina Nacional de Lucha Contra los Delitos de Odio, un organismo creado en 2018 y que, además de analizar la evolución del fenómeno, coopera desde el año pasado de manera directa con las unidades policiales en la investigación de los episodios de mayor gravedad, complejidad o trascendencia mediática. Una encuesta realizada por esta oficina, y dada a conocer el pasado julio, reveló que solo una de cada 10 víctimas denuncia ante la Policía. El estudio señalaba que una mayoría de los que no lo hizo adoptó esa decisión porque pensó que los agentes no le tomarían en serio, no lo entenderían o sentía desconfianza hacia la Policía. Esta alta cifra de infradenuncias es similar a la arrojada en otros estudios similares realizados en otros países de la UE por la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA, en sus siglas en inglés), que lo sitúa en el 80%.
España
Díaz celebra el acuerdo de Sumar y elude el conflicto con Podemos: “España quería que nos diéramos la mano”

Al día siguiente de cerrar en los despachos un acuerdo in extremis —y nada cordial— con Podemos para concurrir juntos a las elecciones generales del 23 de julio, la líder de Sumar, Yolanda Díaz, ha comparecido este sábado en Madrid para reivindicar en un acto público la nueva confluencia, una agrupación de 16 partidos que se autoubican en el espacio político a la izquierda del PSOE. Díaz ha anunciado que para ella la campaña empieza hoy, que su bandera será la “ilusión” y no “el miedo” a la extrema derecha, y que tiene un objetivo ambicioso: no servir de muleta a los socialistas para intentar reeditar el Gobierno progresista, sino “ganar las elecciones”. “España quería que nos diéramos la mano. Se nos exigía un acuerdo y traemos un acuerdo”, ha celebrado la vicepresidenta segunda del Gobierno, que en ningún momento ha aludido al conflicto con Podemos por la exclusión de las listas de la número dos de esa formación, Irene Montero. La plataforma seguirá negociando para “sumar más” en los próximos días, pero ya no con los partidos sino con la ciudadanía: “Con la gente de los barrios, de las zonas rurales, la gente que tiene problemas”.
La líder de la coalición de izquierdas y ministra de Trabajo ha trazado las que serán las líneas de la acción política de Sumar en esta precampaña: “Diálogo y acuerdo”. “Hoy sumamos más que ayer, pero no hemos terminado”, ha apuntado. “Hay mucha gente que está sufriendo la pérdida del poder adquisitivo y que lo está pasando mal y tenemos que avanzar con ellos”, ha insistido, antes de subrayar que en esa gente “que tiene miedo y no se fía” está la “clave del momento político” actual. Y ha enfatizado: “[Esa gente] tiene razones que debemos escuchar”. “Sumar no ha venido a agitar el miedo, a contar cuentos de terror, a agitar fantasmas”, ha prometido también, descartando una campaña basada en movilizar a la izquierda con el único argumento de frenar una posible alianza de Gobierno entre el PP y Vox.
“Vamos a decirle a una gran mayoría que la vida puede ser más fácil. Vamos a la cosa pública para hacer felices a las personas, para que no sufran”, ha proseguido Díaz. En un discurso con pocas menciones a medidas concretas, sí ha enumerado la educación y sanidad públicas, la dependencia y la Administración de justicia como ámbitos objeto de su programa político.
Las otras coaliciones políticas para el 23-J
Sumar fue la última en inscribirse, este viernes, de las 12 coaliciones políticas que concurrirán a las elecciones del próximo 23 de julio. En el resto se encuentra la CUP, que presentará candidaturas por Cataluña y Baleares; Izquierdas por la Independencia, el proyecto conjunto de ERC y EH Bildu solo para el Senado; y las exclusivamente catalanas PDeCAT-Espai CiU y Junts. Teruel Existe concurre dentro de la coalición Existe, que integra a Aragón Existe y España Vaciada. Las demás formaciones que se han registrado para presentarse juntas en las generales son extraparlamentarias.
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España
La absorción de Podemos

Podemos ha sido de facto absorbido. Su impulso, por fin recauchutado bajo la paciente reorientación pragmática, menos confrontacional y nada bronca de Sumar. Dentro de esta versión civilizada de izquierda de la izquierda, podrán sus gentes adaptarse y sobrevivir: sobre todo si aceptan su papel secundario, si dejan de plantear excentricidades, batallas culturales perdedoras, señalamientos estrambóticos, exóticos insultos al universo mundo y chantajes de última hora. Sobrevivir: empeño más agradable que el inapelable suicidio de Ciudadanos, el partido casi coetáneo que desafió a los grandes desde la otra orilla.
Esta absorción por dilución llega por su mala cabeza. Podemos solo ha cosechado fiascos en la negociación recién concluida. Quiso discutir de uno a uno con la cabecera de Sumar, y al cabo tuvo que adherirse al pacto ya trabado entre todas las confluencias, y abrirse en él un hueco. Pretendió basar las cuotas de poder en resultados de elecciones antiguas y tuvo que rendirse a la evidencia de que el peso del último 28-M era insoslayable. En el último y agónico tramo exigió ir en solitario en tierra valenciana, y cosechó un sonoro ninguneo. Amagó con un engañoso referéndum de pregunta capciosa para seguir enredando tras el pacto, y se encontró frente a un ancho muro de contención. Pugnó por salvar a la soldado Irene Montero como candidata y no hubo nada. Dijo que exigía más y mejores plazas en las listas, y obtuvo los ocho puestos que ya tenía generosamente garantizados. Mayor fracaso, imposible.
Y es que su mala cabeza de fondo le llevó a habitar una ensimismada vida paralela. Fuera del mundo de los demás, autorreferencial, crédula en sus propias invenciones. Y negacionista de la realidad más aguda, su reciente desplome, en vertical. Así, encaró la negociación con la prepotencia prestada por su conducátor fundacional, erigido en escudo patriarcal de las dos ministras, tras estrellarse con las urnas de mayo por haberse fiado de su andar solitario. Así cosechó la mitad de sus anteriores votos en Aragón, la mitad en Baleares, y de nada le sirvieron los obtenidos en Valencia, más que para derrumbar la notable gobernanza de Ximo Puig con los de Compromís. Quedó autoexcluido de la Comunidad de Madrid por no llegar al suelo mínimo, dilapidando sus 161.031 votos, que quedaron huérfanos de escaños. Contribuyó decisivamente a una fragmentación del espacio de la izquierda radical en Alcalá, en Ponferrada, o en Huesca, donde el 17,88% de los votos acabó hurtado de representación. Y erosionó la imagen, las papeletas y el poder del universo progresista, añadiendo obstáculos a carrera por otro gobierno de coalición progresista bajo presidencia socialista. Otro: sin esos lastres.
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El cogollo del populismo autoritario ha quedado residualizado no por sus colegas y rivales. Sino por sus fracasos. Sucedió con Pablo Iglesias en 2021, cuando este dignamente dimitió tras perder su apuesta en la Comunidad de Madrid. Y ahora con su dúo, Irene Montero, autoderruida por su empecinamiento en sostenella y no enmendalla frente a todo y erga omnes. Y también con Ione Belarra y sus agrestes embestidas a los empresarios. Y con Pablo Echenique, el más táctico y menos ejemplar. Era arduo que su descuelgue se ejecutase sin costes. Por eso su agónico y tramposo perder no solo contrasta con la historia de ilusión de aquellos acampados del 15-M. También tizna en oscuro a la actual amplia alianza plural, bien encabezada, complemento y acicate de la izquierda mayoritaria. Pero cada día tiene su afán. El de ahora, supeditar ese duro revés en el cómo al logro obtenido en el qué. Con aplomo. Peor lo tenía Josep Tarradellas el 7 de abril de 1978 cuando salió del despacho de Adolfo Suárez sin nada en la alforja y proclamó que lo había logrado todo. Vio, vino, venció.
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España
Concordia

Una vez que la izquierda no integrada en el PSOE ha conseguido la unidad electoral, conviene apostar por la concordia. Es el reto siguiente: participar con responsabilidad en un proceso decisivo para el futuro de España y de Europa. Un proceso electoral implica la construcción de un estado de ánimo en el que no solo se nos invita a elegir una papeleta, sino también a la ilusión de acudir a las urnas para formar parte, sentirse parte, participar… Por eso se pone en juego, al lado de las simpatías políticas, la compenetración humana. Así que las justificadas críticas a las manipulaciones de algunos poderes mediáticos deben acompañarse de un ejercicio de conciencia para evitar que los comportamientos propios faciliten el circo de las caricaturas.
La figura de Irene Montero se ha visto envuelta por esa dinámica de manipulaciones en los debates de la ley del sí es sí. El circo mediático consiguió que la apuesta por una necesaria política feminista desembocara en el disparate de que la ministra es responsable del aumento de violaciones en España. Además, parece que el endurecimiento de penas sea la mejor respuesta social a un delito. El pensamiento reaccionario, poco inclinado a la educación sexual y al feminismo, se frota las manos. Lo que podía haberse resuelto con una meditación pública sobre las ventajas de la ley y los posibles errores a solucionar acabó en una dinámica de descrédito generalizado. Darle facilidades al enemigo, y utilizo a conciencia la palabra enemigo, no adversario, supone la irresponsabilidad política de perder de vista los contextos. Y el sentido de los debates depende siempre en un contexto.
Me da pena en este sentido que Podemos acompañe la magnífica noticia de la unidad con un comunicado de discordia. Y si analizamos el contexto, lo que se formula como defensa de Irene Montero acaba suponiendo una nueva facilidad para degradar su figura en el debate mediático. Enseguida resonarán mil acusaciones previsibles. Un camino envenenado porque puede empujar al sacrificio de lo que más se quiere para hacer daño al otro. Quien respete y quiera a Irene Montero no debería utilizarla para dañar a Yolanda Díaz.
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La izquierda necesita consolidar la autoridad política de la democracia para hacer frente a la impunidad avarienta de las élites y para seguir defendiendo las palabras libertad e igualdad contra las manipulaciones mediáticas del neoliberalismo. Sería un error introducir ahora en Sumar la costumbre de las peleas internas de Podemos en el Gobierno de coalición. Avanzar supone también defender lo conseguido. El mejor Gobierno de la democracia española se ha visto mediáticamente dañado por una innecesaria apariencia de inestabilidad. Será mejor que apostemos ahora no solo por el acuerdo, sino también por la concordia.
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