España
El viaje de los Pérez: de la chabola en la Cañada Real a su primer piso

El sol se retira y los gallos callan. Sus últimos quiquiriquís parecen entonados con sordina, mientras la oscuridad se pega al camino sin asfaltar, un yermo de anochecida. En este tramo de tierra seca y chabolas comienza el sector 6 de la Cañada Real Galiana de Madrid, una línea de puntos que los clanes de la droga han ido trazando con plantaciones interiores de marihuana. Los enganches de uso productivo sobrecargaron la red eléctrica en octubre de 2020, generando unas interrupciones en todos los hogares que duran hasta el presente. Y que han sumergido al mayor asentamiento irregular de Europa en una noche eterna.
En el sector 6 residen 820 familias, este es el viaje de una de las 130 que el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad realojarán. Después de cuatro años de espera, 18 meses sin luz y una pandemia, ha llegado el turno de los Pérez. Se marchan a una vivienda que aún no conocen en el barrio de los Tilos (Leganés). Más de 28 kilómetros por autovía que implicarán un cambio de contexto, pagar los suministros en mitad de la ola inflacionista. Y hacerlo, además, sin trabajo, con el único soporte de la renta mínima de inserción, unos 650 euros. Jesús Pérez (46 años) y Rocío Fernández (44), junto a sus hijos Daniel (28), Michael (26) y Jonny (13), se revuelven contra un destino que pesa.
Antiguo domicilio
La espera
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Una hoguera prende en el lateral del camino. Se envalentona con el azote del viento hasta iluminar el gesto abstraído de Jesús. En un piso, reflexiona, nadie enciende fogatas con las que “purgar chatarra y calentar los huesos” aguados por el frío. La tierra es desde hace una década causante de su insomnio. Fue entonces cuando escuchó por primera vez que esta antigua vía pecuaria, urbanizada de manera tan precaria, iba a ser desmantelada por completo. La amenaza del derribo estaba ahí, siempre latente, pero sin llegar a materializarse, lo que hizo a Jesús sumirse en un hermético silencio del que solo ahora comienza a salir.
El padre de familia arranca después de cenar un generador que permanecerá en funcionamiento hasta mañana. El ruido del motor reverbera en las ventanas cuando un infiernillo comienza a caldear la chabola que Jesús levantó con sus propias manos 30 años atrás. Jirones de plástico, chapa y aglomerados, una estructura a la que se mudó desde Burgos con su esposa Rocío embarazada del hijo mayor. Le preocupa compartir nuevo vecindario con sus contrarios, clanes a los que ha jurado enemistad. Las razones se remontan varias generaciones y violan el inapelable código merchero con infidelidades o estafas. “Si ellos están, nosotros no podemos mudarnos”, sentencia.
Al día siguiente, el pequeño de los Pérez salta de la cama con el olor del humo denso pegado a la ropa y la piel. Abre una botella de Coca-Cola, se apoya sobre la lavadora y comienza a garabatear el cuaderno, en un posible intento por demorar su salida bajo el cielo inclemente. “Me gusta dibujar, se puede ganar dinero, salir de la pobreza”, advierte Jonny. Es un viernes lectivo de marzo, pero Jonny faltará a clase, ya se ha dado curso al traslado de su expediente académico. Del nuevo centro en Leganés solo sabe que le ha proporcionado unas inusitadas vacaciones de seis días. El mismo tiempo del que toda la familia dispondrá para empacar sus vidas.
La cuenta atrás arranca con una llamada que tardaba demasiado en producirse. Con ella los citan para firmar esta misma tarde el contrato de alquiler. La espera se le ha atravesado en el pecho a Daniel. Aunque por momentos, el canto de sus agapornis lo distraiga de la angustia. “Me encantan los pájaros, a estos los he criado yo, son mis hijos. Al piso que se van todos”, advierte todavía en la cama. Hace tiempo que no sale con su padre a por chatarra. Se da la paradoja de que Daniel, admirador como es del mundo de las aves, padece vértigos y miedo a la oscuridad. “No podría dormir si nos dan un piso alto”.
Llora en la estancia contigua otro Jesús, nacido el 11 de enero en el Hospital del Sureste. El pequeño y su madre Aitana, de 18 años, pareja de Michael, son la última incorporación a la familia. De los siete, solo esta joven menuda conoce las comodidades de un apartamento. Dos años atrás dejó el de su familia en Toledo para instalarse en la Cañada por amor. A las pocas semanas se hizo un apagón que los ha convertido a todos en víctimas propiciatorias del narco. “Aquí ya no podemos estar”, ruge ella. Y aviva sus esperanzas en la carne nueva. En que el pequeño estudie y encare un camino lejos de la miseria.
El de los Pérez es un horizonte que nunca parece abrirse. Jesús y Rocío heredaron de sus progenitores el oficio de feriantes y un analfabetismo que dificulta hasta las tareas más sencillas. Sus años nómadas, de pueblo en pueblo, finalizaron al recalar en la Cañada. Compraron a plazos esta tierra y un camión para recoger la chatarra que permanece desparramada por su parcela. En el saloncito de la chabola, bajo la atenta mirada de una virgen retratada al óleo, Jonny evoca sus correrías: “Éramos muchos chavales, todos con las bicis, derrapando por el barro. Luego nos hemos quedado solos. A todos les han dado un piso o se han largado”.
Ellos son los últimos del camino en que han vivido hasta el momento. Rocío lo hace saber esa misma tarde en la sede de la Agencia de Vivienda Social. “Habéis tardado, ¿eh?”. Allí hace entrega de la fianza, algo más de 250 euros, que se suman a otros 300 prestados por su suegro que debió ingresar como garantía de solvencia. Al tiempo, conoce ciertos detalles de su nueva morada: es un primero, para que Daniel respire tranquilo, con dos baños y cuatro dormitorios, uno de ellos da paso a la cocina. Sin contrarios en la zona. La trabajadora social pregunta: “¿Es vuestra primera vivienda vertical, verdad?”. Rocío y Jesús asienten. “Daos el tiempo suficiente para adaptaros”.
El matrimonio sale de la oficina con el nuevo contrato bajo el brazo y la sensación de haberle hecho un regate a la suerte. “Lee lo que dicen los papeles, anda”, pide Rocío a su hijo Michael, que esperaba en el coche. El alquiler ascenderá a 50 euros, siempre y cuando presenten informes de Servicios Sociales que acrediten su vulnerabilidad. Vienen días de traer y llevar documentación. Fotocopias de la declaración de la renta y la vida laboral, el libro de familia, un volante del padrón, referencias de aquí y de allá. El proceso culmina con el derribo de su chabola, o “la infravivienda en que viváis”, como dijo la trabajadora social.
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Ese es el futuro de los sectores 5 y 6 de la Cañada Real. Las demoliciones afectarán a más de 1.400 familias. Tendrán derecho a realojo quienes residan en esta extensión desde 2011 y no hayan sido adjudicatarios de otra vivienda de protección. El esfuerzo administrativo que va a suponer la operación no tiene precedente en la Comunidad de Madrid, cuyo Gobierno anunció en diciembre un segundo convenio para reubicar a 160 familias. El Ministerio de Transportes, por su parte, se ha comprometido a financiar un tercio de todo el plan. Sufragarán el resto los ayuntamientos de Rivas y Madrid, así como el Ejecutivo regional.
Jesús arranca el coche y pone rumbo hacia Leganés.
El traslado
A la entrega de llaves acuden todos los interesados. Además del hermano de Jesús, ya realojado, por allí se pasean también varios representantes de la Empresa Municipal de la Vivienda. Las risas de los Pérez reverberan en un piso desprovisto de muebles. El pasillo se convierte rápido en una pista de 100 metros lisos. Todos corren de un lado a otro, como si llegasen tarde. “¿Has visto la bañera con hidromasaje?”, pregunta Michael. “¡Qué pasote la terraza!”, exclama Jesús. En el baño, el tapón del desagüe se le resiste a Daniel, nunca antes había utilizado uno que funcionase con válvula. Solo el salón ya deja pequeña la vieja chabola de donde vienen. Las ventanas que conceden vistas al parque de Leganés filtran una luz desvaída.
El problema es que la casa estuvo ocupada, cuenta un trabajador social, hay destrozos evidentes pese a la reforma. Se atascan varias persianas y puertas, permanece también obstruido el flamante hidromasaje. Rocío cae en la cuenta de que para colmo faltan radiadores. “Anda, es verdad. Puedes solicitar que los instalen”, explica un empleado de la Comunidad. La familia debe inspeccionarlo todo y anotar cada desperfecto en un impreso, de modo que estos puedan subsanarse. Solo el pequeño Jonny mantiene alta la moral tras media hora reconociendo el terreno. Apenas ha pisado el dormitorio y ya quiere buscar en Wallapop un escritorio propio.
El camión que Jesús posee para recoger chatarra es estos días un vehículo de mudanzas.
Michael conduce durante uno de los viajes a Leganés. Parece decir adiós a su antigua vida cuando la Cañada se desliza por la ventanilla.
El día del traslado es un símbolo. Familiares como el tío Jonny acuden a ayudar, igual que otros cargaron con sus recuerdos cuando fue él quien dejaba la Cañada.
Los nuevos inquilinos deben elaborar un listado de desperfectos, de modo que la Agencia de Vivienda Social pueda subsanarlos.
En la nueva casa, Rocío pasa horas cobijada en las musarañas. Las líneas de descontento que bajan desde su boca parecen ahora más delgadas.
Jonny tiene cuarto propio y lo celebra dando saltos con su primo. Acaba de llegar al piso y ya se afana en buscar por Wallapop un escritorio nuevo.
Terminada la mudanza, las gruas de la Comunidad de Madrid arrancan de cuajo la chabola de los Pérez. Jesús apenas tiene tiempo de rescatar sus últimos recuerdos.
Los adultos parecen ajenos a su entusiasmo y regresan en silencio a la Cañada. La unidad familiar ha ido postergando el momento de empaquetarlo todo en un cierto ejercicio de escepticismo. Pero ha llegado el momento inevitable de recoger camas y estanterías, la televisión de plasma y el cuadro de Camarón. Al descolgarlo, Jonny bromea con que se ha dejado el pelo largo como homenaje al cantaor. El furgón de recoger chatarra dará otro servicio durante la mudanza. Lo primero que Rocío guarda en él es una pequeña lata con recuerdos. Imágenes que narran la llegada a esta finca que su suegro compró sin siquiera escriturar. “Preferimos no ver las afotos, aparecen muertos en ellas”, cuenta.
Michael se encarga de conducir los enseres familiares a Leganés. El camión va lleno hasta los topes, jadea incluso antes de alcanzar la carretera. El paisaje desolado de la Cañada se desliza por la ventanilla, Michael lo observa de reojo, como si se despidiera. Daniel encuentra acomodo en el asiento del copiloto y los kilómetros de autovía se alargan bajo sus pies. “Lo bueno es que mi sobrino crecerá fuera de aquí, no será como nosotros, bandoleros por tierras de nadie. He tenido una infancia guapa, pero también muy dura. Mucha violencia y pobreza”, declara. Un ejército de chavales, añade, dominaba tiempo atrás la Cañada. Tenían ansia de oros y chándales caros, pero pocos medios para adquirirlos.
Algunos sobrevivieron a la frustración, habitando las grietas del sistema, otros se enrolaron en el narco. Aquella decisión proyectó una sombra de muerte sobre el mayor asentamiento irregular de Europa. Los hijos de los traficantes se paseaban en quad, lucían zapatillas caras, mientras los Pérez embarraban unas de estar por casa. Todavía hoy las calzan cuando descargan el camión, de vuelta en Leganés. Rocío se queja: “¡La mitad de todo esto debería irse a la basura, sumama. No vamos a vivir en el piso igual que en una chabola!”. Las escaleras ven pasar montones de bultos, que apilan después como torres en el salón. Esta será su primera noche en una casa vertical.
No hay gallos que despidan al sol en Leganés. Jonny quiere probar la ducha, demasiado tiempo calentando agua en una olla antes de lavarse el pelo. Rocío le peina después con una sonrisa en los labios. Las líneas de descontento que bajan desde sus labios parecen ahora más delgadas. Michael y Daniel quieren probar el horno, acaso cocinar pizza, pero nadie se atreve a encenderlo por temor a la posterior factura. Igual que sucede con las luces del resto de la casa, solo los destellos del televisor iluminan el salón. El bebé llora en brazos de Aitana, que se balancea para consolarlo. Y activa la linterna del móvil para llegar hasta el biberón. La vida discurre a oscuras bajo el techo de los Pérez. Otra vez.
Barrio de los tilos
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España
Las iglesias de Alicante y Murcia sufren una oleada de asaltos para robar dinero y objetos de culto


Un hombre de 37 años, delincuente habitual y con problemas de adicciones, entró el pasado viernes, en torno a las 13 horas, en la iglesia de Santiago Apóstol de Orihuela (Alicante). Se encaminó directamente hacia el altar mayor, junto al que, en una mesita anexa, encontró un cáliz de un color dorado muy llamativo. Sus maniobras alertaron a la sacristana, Águeda, que se enfrentó al intruso con ayuda de su marido, quien consiguió cerrar por fuera la puerta de la iglesia y avisar a la Policía Nacional. El ladrón fue detenido inmediatamente con el objeto robado aún en sus manos, pasó a disposición judicial al día siguiente y fue enviado a prisión. El clero oriolano está alerta, señala José Antonio Martínez, párroco de Santiago. “Nosotros tenemos los objetos de valor custodiados en una caja fuerte y hemos instalado equipos de seguridad, llevamos mucho cuidado, están entrando en todas las parroquias”, avisa.
El responsable de la iglesia oriolana subraya que los asaltos a templos son habituales, tanto en Orihuela como “en todas partes”; este año no pasa un mes sin que suceda algún caso en territorio alicantino o murciano. En enero, un hombre de 56 años y origen italiano fue detenido por la Policía Nacional por llevarse más de 1.500 euros del cepillo del monasterio de la Santa Faz, en Alicante. El mismo cuerpo detuvo un mes más tarde en Murcia a dos jóvenes, de 22 y 23 años, por el asalto a dos iglesias ubicadas en sendas pedanías de Elche (Alicante), aunque se les relaciona con una trama especializada en robos con fuerza en edificios religiosos de ambas provincias. En abril, la Guardia Civil desactivó un grupo dedicado al robo en viviendas que había reventado la cerradura de un templo con ácido sulfúrico y se habían hecho con un botín de crucifijos y cálices de gran antigüedad. Pese a ello, ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil, ni siquiera el Obispado de Orihuela-Alicante, todos consultados por EL PAÍS, han activado un dispositivo especial de alerta.
Martínez cuenta como sucedió el asalto del pasado viernes. “El chico entró muy acelerado”, comenta. “Como muchos otros, tiene problemas y necesita dinero”, continúa, “y sabe dónde buscar”. El asaltante fue directamente a la zona del altar mayor, “en busca de candelabros o cualquier otro tipo de objeto de valor que se pueda vender”. Rebuscó y encontró el cáliz que el párroco utiliza habitualmente en las misas, “muy llamativo, pero de poco valor”. Águeda notó ruidos extraños y, tras detectar al ladrón, se enfrentó a él, que “la empujó y le produjo lesiones” de carácter leve. Se sumó a la disputa el marido de la sacristana, que tras forcejear para tratar de hacerse con el cáliz, “logró salir de la iglesia, cerró la puerta por fuera” y llamó al 091. “Al no poder salir, el chico se enfureció y comenzó a dar golpes por todos lados”, indica el sacerdote. Cuatro agentes de la Policía Nacional acudieron enseguida, señalan fuentes policiales, y consiguieron apresarlo. Se trata de un delincuente habitual que, días antes, había sido detenido por robar el cargador de un móvil valorado tan solo en 15,95 euros en un bazar chino. Tras pasar por el juzgado de instrucción de guardia el sábado 27, ingresó en prisión.
El arrestado no es del entorno del templo asaltado, situado en el barrio de El Rabaloche, en la antigua salida hacia Murcia, que se encuentra cerca de dos puntos conflictivos de venta de droga, indica Martínez. “Por aquí vienen muchos chicos así, que piden dinero porque tienen necesidades, pero a este no lo conocíamos”, sostiene. Santiago Apóstol es uno de los muchos lugares de culto de la ciudad que sigue ostentando la capitalidad de la diócesis alicantina. Construida en el siglo XV, y calificada como Bien de Interés Cultural (BIC), cuenta con numerosas piezas de valor, como una Sagrada Familia tallada por Francisco Salzillo en 1765 o una colección de orfebrería en la que se pueden encontrar dos cálices de auténtico valor, uno de la Orden de Santiago y otro regalado por Felipe II en 1603. “Pero estas piezas están a buen recaudo, en una caja fuerte”, declara el párroco, “y solo se sacan en ocasiones muy señaladas”.
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España
Justicia convoca al comité de huelga de los funcionarios para intentar llegar a un acuerdo que acabe con la protesta

El Ministerio de Justicia ha dado esta tarde el primer paso para iniciar una negociación con los funcionarios judiciales, que se movilizan desde abril y mantienen huelga indefinida desde el 22 de mayo para reclamar mejoras salariales y laborales. El departamento que dirige Pilar Llop ha convocado al comité de huelga el próximo 6 de junio para lo que será la primera reunión entre ambas partes desde que los funcionarios iniciaron su protesta, según han informado representantes de los trabajadores. La convocatoria se ha producido después de que, por la mañana, los funcionarios anunciaran un endurecimiento de sus medidas de presión dirigidas a la ministra de Justicia, a la que acusan de guardar un “indolente silencio” frente a su protesta.
Los funcionarios presentaron este jueves un escrito en el Ministerio en el que exigían que se convoque de forma “inmediata” al comité de huelga para buscar una salida al conflicto. Y advertían: si el Gobierno no atiende su reclamación, presentarían una denuncia ante la Fiscalía del Tribunal Supremo contra Llop y el Secretario de Estado de Justicia, Tontxu Rodríguez, por vulneración del derecho fundamental de libertad sindical. Según los representantes de los trabajadores, el ministerio está incumpliendo el deber que establece el artículo 8.2 del decreto de relaciones laborales (comúnmente conocido como “Decreto de huelga de 1977″) de convocar al comité de huelga durante la duración de la protesta. “Creemos que la actitud antisindical de estos responsables políticos raya la prevaricación”, aseguraban los trabajadores en una nota conjunta de los cuatro sindicatos que promueven la protesta (CSIF, STAJ, CC OO y UGT).
Los funcionarios de justicia, un colectivo formado por 45.000 personas, dependen orgánicamente del Gobierno central, aunque la mayoría de las comunidades autónomas tienen transferida la gestión de la Justicia (todas excepto Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Baleares, Ceuta y Melilla). No obstante, los sindicatos han centralizado su reclamación en dos cuestiones que son competencia directa del ministerio que dirige Pilar Llop: el complemento general del puesto (una retribución de carácter básico que se fija por los Presupuestos Generales del Estado y que está ligada a las funciones que realiza el funcionario) y la Ley de Eficiencia Organizativa que tramitaba el Gobierno y que se ha quedado en el aire con la disolución de las Cortes tras la convocatoria de elecciones para el 23 de julio. Los sindicatos cifran en más de un 80% el seguimiento de la huelga, mientras los datos de Justicia (solo sobre los trabajadores de los órganos centrales y de las comunidades sin las competencias transferidas) sitúan el seguimiento este jueves en el 24,82% de la plantilla.
Los sindicatos reclaman un incremento salarial de entre 350 y 450 euros al mes, en la línea con el acuerdo alcanzado entre el Ejecutivo central y los letrados de la Administración de justicia (los antiguos secretarios judiciales) que puso fin a dos meses de huelga indefinida por parte de ese cuerpo. Ese pacto está en el trasfondo de la huelga iniciada ahora por los funcionarios judiciales. Pero entre un conflicto y otro se coló la amenaza de huelga de los jueces y fiscales y el Gobierno se centró en este asunto para evitar la protesta de un poder del Estado en plena campaña electoral. Además, la revisión de retribuciones de jueces y fiscales está regulada por ley y se estaba incumpliendo desde hace 20 años.
Pero los damnificados de esa negociación, que acabó con acuerdo, han sido los funcionarios. Justicia pospuso los contactos hasta solucionar el otro conflicto, más tarde anunció que dejaría pasar los comicios del 28 de mayo y, después, el fin precipitado de la legislatura volvió a dejar en el aire las conversaciones con los funcionarios. “Cada día que pasa sin convocatoria de reunión, queda patente el nulo interés de este ministerio por una justicia que se hunde y su clasismo y rancio corporativismo que le lleva a negar el diálogo y la negociación a 45.000 empleados públicos mientras que sí lo hace con la élite judicial”, denunciaron los sindicatos en la nota difundida este jueves.
Además de la amenaza de denuncia hacia la ministra y su secretario de Estado, los sindicatos han anunciado otras medidas con las que pretenden elevar la presión sobre el Ejecutivo. Van a dirigir un escrito al secretario general de Justicia, a los secretarios de Gobierno y secretarios coordinadores “advirtiendo que no se va a aceptar ninguna presión para que un funcionario realice funciones que no están recogidas en la ley mientras que no se retribuyan adecuadamente y para que no se realice sin su presencia ninguna actuación que tenga que ser firmada por el/la LAJ [los letrados de la Administración de Justicia]”. Esta, la asunción de labores que no les corresponden a ellos, sino a los letrados, es uno de los argumentos de los funcionarios para exigir un incremento salarial. “En caso de tener conocimiento de alguna presión sobre esta cuestión se denunciará en la instancia correspondiente”, aseguran.
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España
Marruecos insiste en cuestionar a un vicepresidente de la Comisión Europea por defender que Ceuta y Melilla son españolas

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Marruecos insiste en cuestionar al vicepresidente de la Comisión Europea responsable de inmigración, Margaritis Schinas, por defender que Ceuta y Melilla son fronteras españolas y de la Unión Europea. El portavoz del Gobierno de Rabat, Mustafa Baitas, ha asegurado este jueves tras la reunión del Consejo de Ministros que la queja diplomática presentada por su país el pasado 17 de mayo, en la que se criticaba la postura de Schinas, fue una “clarificación necesaria al patinazo ocurrido” por sus sucesivas declaraciones durante los dos últimos años sobre la españolidad de ambas ciudades autónomas norteafricanas.
Baitas dio a entender que la posición de Marruecos sobre Ceuta y Melilla es “inevitable” a pesar del buen entendimiento que existe con España, de acuerdo con el portal digital marroquí Hespress. Según ha informado la agencia Efe, el portavoz hizo la afirmación sobre el “patinazo” de Schinas al ser preguntado por la nota verbal remitida a la Embajada de Rabat en Madrid por el Ministerio de Asuntos Exteriores, de la que se informó el miércoles. En este escrito diplomático se rechazaba “categóricamente” el lenguaje utilizado por Marruecos para referirse como “marroquíes” a las dos plazas de soberanía del norte de África, según fuentes gubernamentales, que recalcaron que “las fronteras españolas, incluidas Ceuta y Melilla, están internacionalmente reconocidas”.
El nuevo roce diplomático entre Madrid y Rabat se produce después de que el Ministerio de Exteriores de Marruecos sostuviera la marroquinidad de Ceuta y Melilla en el documento enviado a la Comisión Europea para cuestionar al vicepresidente responsable de Inmigración. En el anexo de la nota verbal trasladada a la Delegación (Embajada) de la UE en Rabat se recopilaba una decena de declaraciones de Schinas calificadas como “hostiles” sobre Marruecos y, añadía textualmente, “las ciudades marroquíes de Ceuta y Melilla”. La petición de ampliación de información dirigida este jueves por EL PAÍS al Ministerio de Exteriores marroquí no obtuvo respuesta.
El portavoz del Gobierno marroquí se ha abstenido de responder directamente a la queja diplomática presentada por España y ha asegurado, en contrapartida, que las relaciones bilaterales entre ambos países están basadas en “la confianza, coordinación conjunta y respeto mutuo”, de acuerdo con una declaración citada por Efe. “Afirmo una vez más que Marruecos se enorgullece y mantiene una importante cooperación con la vecina España, basada en la confianza y en la implicación conjunta para afrontar los distintos retos, ya sean económicos o sociales”, precisó Baitar al referirse a la “nueva etapa” de los lazos entre ambos países.
Marruecos parece seguir sin atenerse formalmente al compromiso adquirido con España de “evitar todo aquello que ofende a la otra parte, especialmente, en lo que afecta a las respectivas esferas de soberanía”, según anunció el 2 de febrero en Rabat el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en alusión al Sáhara Occidental, de un lado, y a Ceuta y Melilla, de otro. Empañada por la demora en la apertura de aduanas comerciales en las fronteras terrestres comunes, la Reunión de Alto Nivel, en la que los gobiernos de Madrid y Rabat oficializaron su reencuentro hace tres meses en la capital marroquí, enfatizó la cuestión clave de la soberanía. Hasta ahora, las declaraciones reivindicando la marroquinidad de Ceuta y Melilla se habían producido por parte de políticos situados fuera del Gobierno, como el presidente del Senado, y habían sido desautorizadas por el Ejecutivo.
Desde Bruselas, la Comisión Europea ha mostrado este jueves su apoyo a Schinas. La portavoz de Exteriores de la UE, Nabila Massrali, ha defendido la importancia de la protección de las fronteras exteriores europeas como parte de un enfoque global, según informa Europa Press. “Este es el sentido de las declaraciones del vicepresidente Schinas relativas a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla”, puntualizó la portavoz.
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En la Unión Europea ha llamado la atención, con una mezcla de “sorpresa y malestar”, que Marruecos haya presentado la nota verbal en la Delegación de la UE en Rabat contra Schinas dos años después de que se pronunciara por primera vez sobre la españolidad de Ceuta y Melilla. Sucedió poco después de que más de 10.000 personas irrumpieran en España a través de la frontera ceutí del Tarajal, en medio de la pasividad de las autoridades marroquíes.
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